Todos los lectores conocen perfectamente, porque tuvo una publicidad bastante relevante en su momento, que los jesuitas espanoles tomamos la decision de reagrupar nuestras fuerzas en una sola provincia de Espana, hace ahora casi un ano. Fue una medida ponderada por la fuerza de la tradicion, que nos dividia en varias unidades territoriales, pero que obedecio a tres razones objetivas: disminucion de sujetos, complejidad de los frentes en los que estar, y un cambio casi por completo de la sociedad a la que nos debemos. Por otra parte, la Iglesia demandaba transformaciones profundas a todas las instituciones religiosas en beneficio de una mayor elasticidad en la accion evangelizadora, lo que, mas tarde, por medio de la Evangelii Gaudium (“La alegria del Evangelio”), se vio convertido en “materia de plan global” por el papa Francisco.

 

Pues bien, el anterior fin de semana y en la casa natal de San Ignacio, en el santuario de Loyola, nos reunimos 170 personas para la primera asamblea de la provincia de Espana: cien jesuitas de las diversas unidades apostolicas espanolas y 70 laicos, en proporcion de treinta mujeres y cuarenta hombres. Una innovacion relevante en nuestra forma de proceder. Permitanme que les comente lo sucedido porque pienso que puede resultar significativo para todos nosotros, ciudadanos creyentes y tambien increyentes. Siempre la realidad parcial de un grupo de ciudadanos acaba por relativizarse al conjunto de este pais en conmocion aguda. Y no menos en momentos en que referentes de unidad en la pluralidad ayudaran a ser capaces de subordinar las ideologias al bien comun.
En Loyola se ha puesto de manifiesto una realidad tipica entre jesuitas: dada la permanencia de la propia personalidad a lo largo de nuestra vida religiosa y ciudadana, es casi obligado tener percepciones diversas y en ocasiones contrapuestas. Podemos llegar a discutir acaloradamente porque nos va en ello la vida y no menos el sentido de la evangelizacion a la que somos llamados. Pero en la asamblea a la que nos referimos, nuevamente ha surgido algo sobre lo que no dudamos un apice porque constituye el nucleo de nuestra identidad: la relacion conjuntiva entre libertad y obediencia, a pesar de tantas diferencias en tantos ambitos. Por ello mismo, hemos decidido unitariamente trabajar por los mas descartados de la sociedad, cada uno en donde se encuentre, pero sin olvidar nunca esta opcion radical. Porque donde estan los mas pobres, de cualquier tipo de pobreza, alli esta sin lugar a dudas nuestro Dios, manifestado en el carpintero de Nazaret, Jesucristo. Es lo mas importante decidido en Loyola, y que nos inserta en la dinamica que actualmente se abre camino en la humanidad y en nuestra Espana en particular. Es actuar contra “la teoria del descarte”, definida por el papa Francisco. Es poner nuestros privilegios, que los tenemos, al servicio de una justicia que brota de la fe. Es Pedro Arrupe. Es Ignacio. Somos nosotros.

Y uno se pregunta, como nos lo hemos preguntado nosotros en Loyola, como conseguir esto a titulo colectivo. Una respuesta se ha impuesto: recuperar para la Iglesia actual en Espana y de Espana, el “lugar publico” necesario para evangelizar sin aceptar una “privatizacion de la fe”, que desde determinados ambitos se pretende imponer casi con descaro. Porque el servicio a la justicia que brota de la fe, en favor de los mas descartados sociales, no solamente se lleva a cabo desde la insercion en determinados ambitos se pretende imponer casi con descaro. Porque el servicio a la justicia que brota de la fe, en favor de los mas descartados sociales, no solamente se lleva a cabo desde la insercion en determinados ambitos dominados por la exclusion, sino tambien desde acciones publicas de naturaleza intelectual, cultural, educativa, mediatica, y en fin teologica. Y todas estas dimensiones necesariamente en espacios civicos y publicos, como ciudadanos que somos entre otros ciudadanos. Mas todavia, pensamos que se hace preciso comunicar a nuestros colaboradores laicos, esta conviccion para que nos ayuden en todos los lugares en que la Compania trabaja en Espana. Esto es cierto y debemos decirlo una y otra vez: la Compania de Jesus en Espana lleva anos haciendo una opcion casi preferencial por el laicado, intentado formarlo en un ignacianismo actualizado para que nuestras obras se impregnen de tal espiritu fundacional mediante los jesuitas pero tambien mediante los laicos que trabajan a nuestro lado, ocupando cada vez mas cargos de responsabilidad relevantes.
Asi pues, los resultados de nuestra asamblea de Loyola son los expuestos: atender mas y mejor a nuestra conjuncion entre libertad y obediencia evangelizadoras, y trabajar por una presencia ciudadana de nuestra fe eclesial precisamente para colaborar desde ella a la transformacion intensiva de los valores sociales, en concreto al valor evangelizador clave, que es “recuperar los derechos de los mas pobres” en un desarrollo de la justicia que brota de la fe. Si decimos creer en Dios a quien no vemos y no ayudamos al hermano al que si vemos, dice San Juan que somos unos mentirosos, y anadimos desde aqui, tambien unos embaucadores.

Acabo con esta afirmación que explica mejor cuanto llevo escrito: una transformacion territorial e intencional semejante, se ha llevado o esta llevando a cabo en casi todas las familias religiosas. Y seguro que caminamos hacia el futuro por semejantes railes institucionales y evangelizadores, con las peculiaridades de cada grupo. Dicho de otra manera, religiosos y religiosas, ciudadanos mallorquines y no menos a nivel nacional, estamos dispuestos a proyectar el evangelio publica y no solo privadamente como aportacion relevante de una identidad anclada en la tierra y a la vez transcendiendola.

Desde Loyola, pense en Arrupe. Tenia razon. Tambien la tiene Francisco.

Norberto Alcover 

Dirio de Mayorca 7 abril 2016